martes, 27 de septiembre de 2011

Vadiello-Nocito (Caminos naturales de la Hoya de Huesca)


Como queríamos entrenar un poco en un terreno con algo de desnivel, nos decidimos por investigar el camino que va desde Vadiello hasta Nocito y, que esta siendo acondicionado como camino natural de la Hoya de Huesca.

A primera hora de la mañana aparcamos el coche antes del último túnel abierto a la circulación , en principio el día se presentaba con bastante viento pero tuvimos suerte y nos salio un día esplendido para correr.

Como digo partí con  Martin, el primer hito lo teníamos junto al coche así que íbamos bien encaminados, tras pasar un par de túneles y saludar a unos escaladores que debieron de hacer noche en uno de ellos cruzamos por un puente en obras donde empezaba realmente el camino.

Las primeras cuestecitas nos hicieron suponer que no íbamos a poder correr mucho, pero pensamos que una buena caminata no nos vendría mal.
primeras cuestas con el azul del pantano al fondo

Dirigimos nuestros pasos al norte a la cola del pantano, el azul del agua generaba unas vistas preciosas que nos acompañaron durante casi todo el recorrido.

La pendiente del camino venia bien para disfrutar del paisaje, que tanto por la margen derecha por la que íbamos, como por la izquierda, eran magnificas.
Pudimos contemplar los diferentes mallos, pasamos ente la Patata y la Mitra, y admiramos la Peña de San Cosme y el Huevo, que nos vigilaban desde le otro lado del pantano.
el camino mejora...

El camino mejoraba, y nuestra velocidad también, aunque algún que otro obstáculo nos hacia aflojar, en un punto dudamos por donde iba el camino ya que no veíamos ninguna marca, optamos ir por arriba, era mejor bajar que subir en caso confusión. Al final no hubo problema, los dos caminos salían al mismo sitio.

otra vez "pa-rriba"
¿dónde está el Borón?


¡esto es vida!
Mas tarde tuvimos que afrontar una fuerte bajada desde donde se observaba el discurrir del camino junto al río Guatizalema que ya no presentaba el color azul del pantano de Vadiello.
una fuerte bajada nos espera...

Ahora corríamos por una senda entre bosquecillos que lo hacían muy agradable, y donde encontramos las primeras cabras revoloteando, unas cuantas fotos y se habían acostumbrado a nuestra presencia.
 

casi las toco


¡uffff!
Después de una fuerte bajada nuestro camino llegó al lecho del río en el que había constancia del medio utilizado para poner los hitos de señalización…un burro, que debió a comer mucho por el “abono que soltaba”. 
Aquí salían dos caminos, nosotros optamos por el que seguía subiendo por la margen derecha, pero se ponía cada vez peor, hasta que desapareció, menos mal que fueron pocos metros.
¿dónde está el camino?

Era extraño ir en dirección contraria pero esto duro poco, tras cruzar el río, el camino giro nuevamente hacia el norte pero ya por la otra margen.
  
Las vistas seguían siendo muy bonitas, y después de tomar un poco de altura aparecieron unos sube y bajas que hacían el camino bastante llevadero.
maravilloso Guatizalema
Diferentes variedades de árboles jalonaban nuestro camino, incluso un manzano en medio de la nada con unas mini-manzanas a las que no pudimos resitirnos hincar le diente.
  


al fondo el Borón
Nuevamente descendimos al lecho del río y por unos grandes bloques,-que no se como han llegado aquí-, cruzamos nuevamente a la margen derecha  por la que comenzamos nuestra andadura.
otra vez el río

Pero el tiempo se nos echaba encima, las obligaciones familiares mandan, y ya no disponíamos de mucho más para explorar este bonito camino. 
¡ya es la hora!
Aun seguimos algún kilómetro más y llegamos hasta un barranco que estaba seco junto al río.
¡campana y se acabo!
Supongo que no nos faltarían más de 2km. para llegar a la pista que lleva a Nocito, en otra ocasión saldremos de dudas.
la última foto

La vuelta fue más rápida ya que apenas pare a hacer alguna foto y el camino ya lo conocíamos, pero de igual manera disfrutamos, además las vistas son totalmente diferentes y podemos disfrutar de lo que antes habíamos dejado atrás.

aquí estoy

Martin
Lo más extraño de todo, no vimos a nadie durante todo el camino de ida y vuelta, tan solo cuando saliamos del camino entro una pareja con una mochila, y eso que eran casi las once y media de la mañana de un bonito domingo.  

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